lunes, 27 de diciembre de 2010

ficción

Tengo veintiún años con diez meses y siete días cumplidos y ojalá lo que voy a escribir ahora no sea lo mejor de mi vida, respecto a lo que me queda de esta.

Unas cosas son más reales que otras. En particular, está lo ficticio y está lo real. En un sueño, por ejemplo, uno vive cosas imposibles, se sitúa en lugares maravillosos, con gente que no existe o tal vez sí pero quién sabe si conocerá "en realidad", pero ¿es esto menos válido que aquello que sí sucede, simplemente porque sucede en estado de vigilia? 

He aquí mi respuesta. El método es relativamente sencillo: clasificar lo ocurrido en dos categorías, con dos posibles resultados de cada una. Las categorías son: naturaleza del evento, R (Real) o I (Imaginario), y algo así como la sensación que dejó a través del tiempo, E (Exito) o F (Fracaso). Ahora que la clasificación está más o menos clara me queda ponerme en evidencia (aunque de eso no puedo preocuparme) y sacar conclusiones de qué será "mejor". 

i) Terminó un día cualquiera de escuela, tenía dieciocho años, cabello largo y suelto y usaba una blusa de cuello de tortuga color amarillo claro. Me subí al carro, colgaba en el retrovisor una palmera roja con aroma a vainilla y me dirigí a mi casa. Ya manejando, en la lateral del periférico, a punto de entrar a los carriles centrales, un auto verde se me avienta y una vez que está frente a mi carro, lo veo por el espejo lateral. Era un hombre de cabello muy rizado tipo James Brown y creo que notó cuando lo miré. Pensé: me encanta, lástima que sea un enfermo al volante. Ya en el carril de baja velocidad, hábilmente me abrí hasta el primer carril, como hago usualmente cuando se puede. El hombre del coche verde, por cierto, también traía algo rojo colgando en su retrovisor. No es que yo hubiera querido jugar carreritas con él o con quien sea, simplemente avanzaba hacia mi casa. Pero el sujeto del carro verde debió pensar que era sexy que yo "le haya ganado" luego de que él se me hubiera metido en la lateral. Yo iba cantando: puedo cerrar los ojos más no puedo dejar de verte....y de repente, el tipo del carro verde (yo en el carril de alta y él en el de en medio) a mi lado gritándome: ¡¡HOOOOLAAA!! ¡¡HOOOOLA!! Me espanté un poco pero bajé el cristal del copiloto y cuando lo hice, el tipo pone su mano derecha como si fuera un teléfono y me dice: "!tu teléfono, tu teléfono, dame tu teléfono¡" ¬¬ Ibamos como a 80 km/h y un extraño (sí, me parecía guapo) pretendía que le diera mi número de teléfono mientras manejábamos...Así lo intentó como por cinco minutos creo, yo no lo podía creer, eso era muy loco, muy impulsivo y sí divertido, pero estúpido. -Tuve- que negarme y no le di ningún número ni ningún algo. Además de la previa sonrisita bobaen la lateral. 
Veredicto: R/F (no importa que no le dí mi teléfono, fue divertido pero todo quedó en algo torpe y pude haber chocado ¬¬ jaja)

ii) Deberían comprender de la entrada anterior que lo del trozo de pastel viene de un juego y que lo posterior al párrafo introductorio no tiene nada que ver con un trozo de pastel. Sino de alguien. Este alguien me preguntó qué me gustaba de él. Yo le dije que todo. Sus ojos, su frente, sus anteojos, su nariz, sus labios, sus dientes, sus manos, su sudadera, sus pantalones, su mochila, y... su cabello. Eso era apenas lo superficial, pero más allá, me gustaba su mirada, y lo que salía de su mente. Ateo, 1984, Ne me quitte Pas de Jacqes Brel, Mad World en Donnie Darko, Beck en Everybody's Gotta Learn Sometime (de Eternal Sunshine...), Let Go de Frou Frou, You're the Conversation I'm the Game de Chris Corner y, por supuesto, La Liste de Rose. 
Veredicto: I/E (es estúpido pero neta me sigue alterando...así que esto fue más importante D:)

Veredicto Final: al menos a mí me importa más la segunda categoría y por eso (chan, chan, chán) no importa que algunas buenas cosas sean efímeras, sino sustanciosas. 






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