Conocí a alguien que me inspiró a imaginar que la vida es como un gran cuadro. Todo comenzó cuando un día, no sé por qué, le pregunté su color y me contestó que era azul. Ese día había leído sobre las estrellas en el clásico libro "Cosmos" de Carl Sagan y recordé que las estrellas azules son jóvenes y calientes. Y después del tiempo que llevo de conocerlo confirmo que ese señor es azul.
Este sentimentalismo del cuadro de vida me hace querer lograr una obra maestra. Y hablo en primera persona porque mi realidad es la única que de veras conozco, aunque medio entiendo. Día a día, escojo los colores que alimentan mi alma. A veces son dorados, otros verde-banderescos, grises, violetas, rosas, naranjas, fuscias, amarillos, colorados y también negros. Para aquellas personas sentimentales como yo, pensar en sí mismas como artistas del cuadro de su vida hace que vivirla sea un fin en sí y sobre todo para ellos escribo este texto.
Ahorita me pasa que quiero combinar con él y para ello tengo ganas de irradiar luz. ¡Eso es lo que me ha causado! Quiero ser mi mejor yo y poder darlo a otros. Un poco como agradeciendo que un día levantamos la mirada y alcanzamos a ver estrellas cuando miramos al cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario